El síndrome de sobrepoblación bacteriana del intestino delgado (Small Intestinal Bacterial Overgrowth, SIBO por sus siglas en inglés) se define por la presencia de síntomas ocasionados por un número anormal y excesivo de bacterias en el intestino delgado. Se considera anormal la presencia de más de 1000 colonias bacterianas por ml de líquido intestinal. Las molestias que ocasiona el SIBO incluyen distensión o hinchazón abdominal, flatulencia, dolor abdominal, náusea, fatiga, diarrea y estreñimiento.
Las manifestaciones clínicas dependen de la gravedad y de la causa del SIBO. Estas pueden ser diarrea de mas de 1 mes de evolución, presencia de grasa en las evacuaciones, distensión y dolor abdominal, flatulencia, heces pálidas, y en casos graves desnutrición con pérdida de peso, anemia, déficit de vitaminas A, D, E, alteraciones neurológicas por deficiencia de vitamina B12 y retraso en el crecimiento en niños.
Se presenta en diferentes condiciones médicas que incluyen trastornos de la motilidad o del movimiento del tubo digestivo (escleroderma, diabetes mellitus), alteraciones anatómicas (divertículos del intestino delgado), quirúrgicas (gastrectomías o resecciones del estómago), enfermedades sistémicas (escleroderma, diabetes, amiloidosis), uso de inhibidores de la acidez gástrica y en pacientes con otras condiciones como síndrome de intestino irritable (SII), enfermedad celiaca o pancreatitis crónica. Se ha informado que la frecuencia de SIBO es muy variable y depende de las pruebas utilizadas para el diagnóstico y de las enfermedades que lo causan.
En muchas ocasiones los síntomas de presentación de SIBO son inespecíficos y por ello todo paciente con síntomas digestivos de más de tres meses de duración debe acudir al médico. La pérdida de peso inexplicable, edad mayor de 50 años, anemia, presencia de sangre en la materia fecal o historia familiar de cáncer son signos de alarma que deben atenderse inmediatamente.
Son múltiples las causas de SIBO, desde condiciones que alteran la motilidad intestinal como la esclerosis sistémica progresiva, enfermedad de Parkinson, hipotiroidismo, diabetes mellitus, cirrosis, SII, o pueden ser el resultado de tratamientos con radiaciones o medicamentos opioides (derivados de la morfina), anticolinérgicos, inhibidores de la acidez gástrica, así como de enfermedades que modifican la anatomía intestinal como los procedimientos quirúrgicos.
Los factores de defensa más importantes para evitar la colonización bacteriana excesiva en el intestino delgado son el ácido gástrico, que suprime el crecimiento de la mayoría de los organismos que ingresan desde la boca, la motilidad intestinal normal, que impide el estancamiento de los residuos alimentarios, la integridad de la mucosa intestinal y la actividad de enzimas digestivas producidas por el páncreas y la secreción de bilis. La alteración de cualquiera de estas líneas de defensa favorece el sobrecrecimiento de bacterias. El uso de inhibidores de la secreción de ácido, la edad avanzada, los trastornos de la motilidad intestinal, la pancreatitis crónica, los procedimientos quirúrgicos que cambian la anatomía normal del tubo digestivo, las enfermedades inflamatorias del intestino, el síndrome de intestino irritable, la cirrosis hepática y el tratamiento con radiaciones son condiciones que favorecen el SIBO
Las complicaciones del SIBO ocurren por la mala absorción de carbohidratos y proteínas, así como de micronutrientes. El paciente con complicaciones presentará pérdida de peso, anemia, generalmente debida a la malabsorción de vitamina B12 en casos severos, habrá deficiencia de vitaminas liposolubles (A, D, E) manifestándose con ceguera nocturna (por deficiencia de vitamina A), osteomalacia y tetania debido a hipocalcemia (deficiencia de vitamina D), tiempos de protrombina prolongados (déficit de vitamina K), neuropatía periférica, retinopatía, además se puede observar anemia por deficiencia de hierro cuando existe afección del intestino proximal.
El diagnóstico de sobrecrecimiento bacteriano actualmente se establece por dos métodos: el cultivo del aspirado del líquido duodenal y las pruebas de hidrógeno en aire espirado.
- Cultivo de aspirado duodenal: mediante endoscopia se aspira el líquido del duodeno (primera porción del intestino delgado) y se envía a cultivo para microorganismos aeróbicos y anaeróbicos. La presencia de más de 1000 colonias bacterianas por mililitro es sugestiva de SIBO
- Pruebas de aliento con glucosa o lactulosa (ver capítulo de pruebas de aliento o en aire espirado).
En ciertas regiones de nuestro país las pruebas mencionadas no están disponibles y en estos casos se puede optar por realizar una prueba terapéutica usando un antibiótico no absorbible por 2 semanas. La mejoría significativa de los síntomas sugiere el diagnóstico de SIBO
El tratamiento deberá ser dirigido a: (1) alteraciones de la microbiota intestinal, (2) deficiencias nutricionales, (3) afecciones primarias que predisponen al sobrecrecimiento bacteriano y (4) prevención de la recurrencia. Los antibióticos son la piedra angular y deberán ser idealmente de amplio espectro microbiológico, dirigidos a anaerobios, aerobios, bacterias gram positivas y negativas, con bajo grado de absorción sistémica, selectivos en su acción contra las bacterias del intestino delgado y con mínimos efectos adversos. Los más usados son la rifaximina, sulfametoxazol, metronidazol, amoxicilina-clavulanato, ciproxina. Se recomienda un tiempo de tratamiento de 10 a 14 días. En los casos recurrentes, se recomienda dar un nuevo tratamiento con estos agentes cada 4 a 6 semanas. Es importante rotar el uso de los antibióticos para evitar la aparición de resistencia bacteriana
Sólo en caso de complicaciones como en aquellas enfermedades que puedan ocasionar obstrucción intestinal como la enfermedad Crohn, fístulas, anastomosis, o complicaciones derivadas de una cirugía gastrointestinal.
Dra. Alicia Sofía Villar Chávez
Gastroenteróloga, consulta privada
Hospital Ángeles Acoxpa, CDMX