Halitosis o mal aliento

La halitosis es un problema de salud frecuente definido como olor desagradable emanado del aliento de una persona y puede tener un impacto social y psicológico significativo en el paciente y en las personas con las que interactúa. Halitosis es una palabra derivada del latín que significa halitos (aire respirado) y osis (alteración o enfermedad).

Los pacientes refieren mal olor emanado en el aliento que con frecuencia es informada por familiares o conocidos por la incapacidad del paciente de oler el propio aliento o por la habituación resultante de una exposición prolongada.

Se estima que 2.4 a 55% de la población sufre de mal aliento siendo menor en los países desarrollados (29%) y mayor en países en vías de desarrollo (39.8%); esto debido a una mala higiene o a enfermedades de las encías y los dientes, que están estrechamente relacionadas con las condiciones socioeconómicas. Afecta más a hombres que a mujeres sobretodo en mayores de 20 años y aumenta con la edad después de los 60 años. También afecta a los niños, pero en menor proporción.

Todo paciente con halitosis debe acudir con el dentista ya que en la mayoría de los casos, la causa se encuentra en la boca.

Cuando la halitosis se acompaña de síntomas en la nariz (catarro, obstrucción nasal) o en la garganta (dolor, carraspeo, tos, voz ronca) es conveniente que el paciente acuda con un otorrinolaringólogo.

La halitosis puede ser una manifestación de enfermedades digestivas como los divertículos esofágicos, la acalasia o el reflujo gastroesofágico. También puede ser un síntoma de enfermedades delicadas como la descompensación de la diabetes, insuficiencia renal o cirrosis del hígado. Por ello en aquel paciente con sospecha de estos padecimientos, deberá acudir al médico.

La microbiota o flora bacteriana de la boca es la responsable de la mayor parte de los casos de halitosis. Las bacterias degradan restos alimenticios, células descamadas, saliva o sangre y producen gases con azufre responsables del mal olor del aliento.  Loa gases malolientes incluyen el metilmercaptano (CH3SH), el sulfuro de hidrógeno (H2S), el dimetilsulfuro (CH3)2S y el dimetildisulfuro (CH3)2S2. Otros compuestos que se han relacionado con el desarrollo de halitosis son ácidos grasos volátiles de cadena corta (ácido butírico, propiónico y valérico) y poliaminas (cadaverina y putrescina).

La halitosis se puede clasificar en halitosis real, pseudohalitosis y halitofobia:

  1. Halitosis real: es aquella que el médico percibe y supera los límites socialmente aceptables. Esta puede subdividirse a su vez en halitosis fisiológica o patológica (enfermedad).
    • Halitosis fisiológica: el mal olor transitorio de la cavidad oral que encontramos durante la mañana se asocia a disminución del flujo salival durante la noche lo que favorece la actividad de las bacterias y, como consecuencia, se producen gases sulfurados que desencadenan mal olor.
    • Halitosis patológica: en ésta existe una enfermedad o condición subyacente que la explica. Se puede dividir en halitosis de origen en la cavidad oral o fuera de ella.
      • Halitosis de origen en la cavidad oral: explica el 90% de las causas de mal aliento y se debe a la formación de placa en la base de la lengua que corresponde al depósito de restos alimenticios, células epiteliales descamadas y componentes celulares de la saliva, seguido de inflamación en encías ocasionada por infecciones bacterianas (placa bacteriana) o por hongos, abscesos, caries, uso de aparatos de odontología, resto alimenticios o baja salivación.
      • Halitosis de origen fuera de la cavidad oral: corresponde al 10% de las causas y se debe principalmente a enfermedades de oído, nariz o garganta en las que destaca el escurrimiento detrás de la nariz, rinitis, amigdalitis (inflamación de anginas), cuerpos extraños en la nariz e inflamación de senos paranasales. En este grupo también existen causas gastrointestinales (enfermedad por reflujo, infección por Helicobacter pylori, divertículo de Zenker) que se estima corresponden al 1%. Enfermedades metabólicas (cetoacidosis diabética, insuficiencia renal, insuficiencia hepática), enfermedades pulmonares y uso de medicamentos (quimioterapia, nitratos y nitritos, antidepresivos, hidrato de cloral, fenotiazinas, dimetilsulfóxido, disulfiram).
  2. Pseudohalitosis: corresponde a la sensación de mal aliento de parte del paciente sin lesión o enfermedad subyacente que lo explique y la cual no puede ser comprobada por el médico o por terceras personas ni por métodos diagnósticos.
  3. Halitofobia: se refiere al miedo exagerado a padecer halitosis, donde incluso el paciente refiere persistir con mal aliento pese a tratamiento y la cual no puede ser comprobada por el médico o por terceras personas ni por métodos diagnósticos.

Existen factores que favorecen la aparición de productos volátiles sulfurados como higiene oral inapropiada (en ocasiones no cepillamos bien la lengua lo que aumenta las bacterias y materiales de putrefacción), condiciones que produzcan baja salivación como disminución fisiológica durante el sueño, ciertos padecimientos como enfermedad de Sjögren y la presencia de amigdalitis (inflamación de anginas) o consumo de ciertos medicamentos que disminuyen la salivación como antidepresivos y antipsicóticos. También la ingesta de ciertos alimentos como cebolla, ajo o condimentos, consumo de alcohol, tabaco y cafeína y alimentos ricos en aminoácidos que contengan azufre como la cisteína y la metionina (encontradas principalmente en lácteos, huevo y carne).

En pacientes con problemas de los senos paranasales el moco purulento ocasiona ese olor putrefacto. Además, se aumenta el riesgo en pacientes con falla renal (asociado a niveles altos de urea en sangre, un producto que no eliminan estos pacientes), enfermedades del hígado (debido a una función hepática reducida, los productos de desecho se eliminan a través de los pulmones causando el “fetor hepaticus”: un olor dulce y excremental) y en diabéticos (olor dulce ,o afrutado).

Si no se estudia al paciente con halitosis por personal calificado se pueden pasar por alto enfermedades delicadas como la diabetes, insuficiencia renal o del hígado.

Se realiza una medición organoléptica que consiste en que el médico debe oler el aire exhalado desde la boca y la nariz y compararlos entre sí. Para ello, el paciente debe restringirse de realizar cualquier medida de higiene bucal el día del examen. Debe mantener cerrada su boca por aproximadamente un minuto y luego exhalar lentamente por la boca hacia el rostro del examinador que debe encontrarse a 10 cm de distancia. Luego el examinador clasificará el olor según la escala de Rosenberg de la siguiente forma: no se percibe ningún olor, mal olor levemente detectable, mal olor leve pero claramente detectable, mal olor moderado, halitosis severa o halitosis muy severa. Dentro de las ventajas de este examen se encuentra que es barato, no requiere equipamiento y permite reconocer un amplio rango de olores, aunque es muy subjetivo.

Para detectar los gases en aliento existen dos sistemas diferentes no disponibles en México: el halitómetro y la cromatografía de gases. La diferencia entre ambos radica en que el primero nos da un solo número de todos los gases juntos, mientras que la cromatografía de gases nos cuantifica los tres compuestos volátiles sulfurados más frecuentes por separado. Para tomar la muestra se inserta una cánula en la boca del paciente y se le pide que respire normalmente.

Un diagnóstico correcto es el paso más importante para indicar un tratamiento adecuado.

  • Dentro de las medidas generales se utilizan agentes antisépticos como clorhexidina vía oral en combinación con terapia periodontal si lo indica el odontólogo. Se recomienda el cepillado dental y el uso de enjuague bucal dos o tres veces al día, hilo dental y limpieza regular de la lengua. Se debe evitar el consumo de alcohol, tabaco y cafeína, así como alimentos como ajo y cebolla.
  • Medicamentos: estarán dirigidos a la enfermedad de base por lo tanto es imprescindible acudir a revisión médica por ejemplo en caso de amigdalitis el otorrinolaringólogo indicará antibióticos o si hay rinitis antihistamínicos, en reflujo el paciente debe de acudir con el gastroenterólogo quien indicará medicamentos como omeprazol o, en caso de sospechar Helicobacter pylori, se solicitará prueba de aliento para detectar la bacteria y si es positiva se dará tratamiento a base de antisecretores y antibióticos.

Sólo en caso de complicaciones de la enfermedad de base como amigdalitis de repetición, sinusitis valorada por el especialista y enfermedades como divertículo de Zenker que detectará el gastroenterólogo o cirugías menores en caso de abscesos o extracciones dentales. Siempre deberá estar indicada por el médico especialista.

Dra. Alicia Sofía Villar Chávez
Gastroenteróloga, consulta privada
Hospital Ángeles Acoxpa, CDMX

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