Son un grupo de medicamentos que actúan en el sistema nervioso, modificando en forma benéfica su funcionamiento y algunas de sus respuestas desagradables, ayudando al control del dolor y otros síntomas causados por diversas enfermedades.
Estos medicamentos tienen múltiples usos en la medicina. Como su nombre lo indica, algunos de ellos son útiles en el tratamiento de la depresión y la ansiedad, que frecuentemente forman parte de un mismo trastorno. También son utilizados para el control del dolor crónico en enfermedades como la migraña, la fibromialgia (que se caracteriza por dolor muscular crónico y cansancio extremo) o la lumbalgia (dolor de espalda baja). Son especialmente útiles en el tratamiento del dolor causado por daño a los nervios (conocidos como neuropatías) que afectan a pacientes con diabetes y otras enfermedades. Pueden ser muy útiles en el tratamiento de algunos pacientes con trastornos del sueño, del apetito, y en el control de síntomas como la náusea o el vómito. También se han utilizado para ayudar al control de síntomas, como el insomnio, el estreñimiento o la diarrea.
Los antidepresivos y neuromoduladores pueden ser útiles en el tratamiento de algunas enfermedades digestivas, como el síndrome de intestino irritable o la dispepsia (entre muchos otros) por diferentes vías. Reducen la angustia, la ansiedad y la depresión que frecuentemente se observa en estos trastornos. Muchos pacientes con enfermedades crónicas, centran demasiado su atención en las diversas funciones de su cuerpo, a tal grado que interpretan como dañinas muchas funciones normales. Por ejemplo, sienten que los movimientos intestinales pueden ser causa o consecuencia de un problema grave de salud, convirtiéndolos en una sensación desagradable y angustiante. Esto se conoce como hipervigilancia y puede ser tratada con este grupo de fármacos. Otros enfermos, tienden a interpretar muchos de sus malestares como el aviso de enfermedades muy graves, por ejemplo, cáncer, sin tener manifestaciones claras de dicho mal. Esto se conoce como “catastrofismo” y también puede ser tratado con estos medicamentos.
Los antidepresivos y neuromoduladores controlan el dolor que se genera en los intestinos, el cual tiene origen y se manifiesta en forma diferente a otros tipos de dolor, como el causado en la piel o los músculos por inflamación o golpes. Es muy frecuente que los pacientes con síndrome de intestino irritable y enfermedades similares, desarrollen síntomas fuera del aparato digestivo como dolores de cabeza, de espalda baja, dolores pélvicos o musculares, y sufran con mayor intensidad de dolor durante sus menstruaciones o durante sus relaciones sexuales. Los antidepresivos y neuromoduladores suelen ser especialmente útiles en el control de este tipo de manifestaciones.
¿Han escuchado hablar de la “colitis nerviosa” o la “gastritis causada por estrés”? Es frecuente encontrar que los pacientes con enfermedades digestivas tienen al mismo tiempo ansiedad y depresión, que impiden el correcto control de otros padecimientos. En estos casos, los antidepresivos (muchos de ellos con buen efecto contra la ansiedad) pueden ser utilizados.
Como todos los medicamentos, este grupo también tiene algunos efectos secundarios no graves que, curiosamente, se han utilizado para ayudar al control de síntomas como el insomnio, el estreñimiento o la diarrea.
El uso de estos fármacos está envuelto en muchas percepciones falsas. Cuando se recetan, el paciente asume que está deprimido, “loco”, que se alterará su comportamiento, que le generarán dependencia, e incluso, le causarán daño. Los efectos indeseables, muchos de ellos leves, son más conocidos que los efectos benéficos.
Es importante señalar que estos medicamentos son seguros, habitualmente se utilizan a dosis bajas, aunque por periodos prolongados y que, aunque tienen algunos efectos indeseables, la mayoría de ellos no son graves y se presentan solo al inicio del tratamiento. Es muy importante que informe a su médico todos sus problemas de salud (aunque no sean digestivos) así como los medicamentos que toma para en control de otras enfermedades con el fin de seleccionar la mejor opción de tratamiento y evitar interacción entre los fármacos.
Solo deben ser recetados por un médico, luego de una evaluación completa y cuidadosa.
Hable con su doctor. Coméntele todas sus dudas, pregúntele cuáles serán los beneficios de tomar estos medicamentos y si existen riesgos al usarlos. No haga caso de fuentes poco confiables en internet. Los comentarios de familiares o amigos, aunque tengan buenas intenciones, con frecuencia no tienen fundamento. La comunicación con su médico es vital.
Siga las instrucciones que su médico le dé. Tome sus medicamentos en la forma y por el tiempo indicado. Avísele si tiene algún efecto no deseado y no haga cambios por iniciativa propia sin antes consultarlo con él.
Cuide todos los aspectos de su salud. Recuerde que en el tratamiento de una enfermedad no todo son los fármacos. Tenga hábitos de vida saludables: coma sano, haga ejercicio en la medida de sus posibilidades, no fume, modere el consumo de alcohol o evítelo si su médico así se lo indica, mantenga su mente activa y conviva con su familia y amigos.
Dr. Ramón Carmona
Práctica Privada, San Luis Potosí